(Viene de
esta entrada.)
Como sabéis, la semana pasada expliqué las dificultades con que nos encontramos para editar
Las guerras de hierro de Paul Kearney, e hice una petición de sugerencias sobre cómo continuar la publicación de la serie
Las Monarquías de Dios. Pues bien, vuestra respuesta ha superado todas mis expectativas. Verdaderamente, me ha emocionado ver que esta cuestión os importaba tanto y os hacía implicaros con ideas y propuestas. Así que, ante todo: muchas, muchísimas gracias.
En la casi treintena de comentarios, varios de ellos muy extensos, se han mencionado muchos temas, algunos de los cuales son tangenciales al asunto que nos ocupa, pero tienen suficiente interés para que los trate más adelante en entradas específicas (por ejemplo: ¿hemos sufrido un castigo de los lectores por la división de
La dama del lago? Los datos permiten arriesgar una respuesta, que daré próximamente). Otras propuestas son perfectamente válidas pero poco operativas en el momento actual, y antes de entrar en el meollo de la cuestión, querría dedicar unas líneas a explicar muy brevemente por qué dos de ellas no pueden aplicarse ahora.
Una primera propuesta, creo que casi instintiva, ha sido la que formularé de la siguiente manera: el formato digital, ¿no es justamente el adecuado para situaciones como ésta, pues ahorra el coste de impresión y no depende de la distribuidora? Bueno, aquí la culpa es mía por no haber dedicado todavía la entrada al libro electrónico que me habéis pedido y que he prometido; de haberlo hecho, ya tendría explicado todo lo que aquí no viene al caso detallar. Pero en resumen: en mi opinión, el libro electrónico es una buena idea cuyo momento aún no ha llegado. No existe un mercado que dé la más mínima posibilidad de rentabilizar los costes de un libro: aun eliminando los de impresión y distribución, quedan los derechos de autor, de traducción, la ilustración, etcétera (en
esta entrada tenéis unos datos orientativos); y, por el lado de los ingresos, no hay una forma clara de hacer llegar un título electrónico a los lectores interesados en pagar por él (que además creo que son hoy todavía muy pocos). Para un libro ya publicado en papel y que ya ha cubierto gastos, el formato electrónico puede ser una forma de extender su vida comercial; pero para un título que necesita recuperar lo invertido (un dinero considerable), hoy por hoy no es la vía. Por otra parte, coincido con los lectores a los que les hace ilusión ver
Las guerras de hierro (y sus continuaciones) en papel. Llamadme fetichista, pero la versión electrónica sencillamente no tiene la misma carga sentimental que la impresa.
Otra propuesta automática es el cambio de distribuidora, que puede formularse así: si la actual distribuidora de Alamut no está interesada en
Las Monarquías de Dios, ¿por qué no ofrecer estos libros a otra distribuidora, y ya de paso buscar una mejor distribución de nuestros títulos? Como se ha señalado en un comentario, el cambio de distribuidora no es sencillo... pero eso no nos ha detenido anteriormente (en ocho años hemos tenido tres distribuidoras); si hay que cambiar, se cambia, aunque éste no es el momento adecuado. Hay que decir también que mis anteriores experiencias de publicaciones de series a caballo entre dos distribuidoras (
Viriconium de M. John Harrison,
Juego de enigmas de Patricia A. McKillip y
La edad de oro de John C. Wright empezaron a publicarse con una distribuidora y se terminaron con la siguiente) demuestran que el cambio sí que mejora sustancialmente la distribución de las siguientes partes, pero por desgracia también prueba que, una vez alcanzado un nivel inaceptable de ventas con el comienzo de una serie, es casi imposible remontarlo por bien que se distribuyan las continuaciones. Por último, hay que admitir que en el caso que nos ocupa la distribuidora ha sido dura pero honrada: podría habernos permitido la tozudez de seguir publicando
Las Monarquías de Dios, y dejar así que incurriésemos en pérdidas cada vez mayores, pero prefirió advertirnos de que no estaba en nuestro interés hacerlo. Nada que reprocharle, pues.
De lo dicho se sigue que, en mi opinión, la solución a nuestro dilema tiene que pasar por trabajar con lo que ya tenemos; el libro electrónico, una mejor distribución u otras ideas que se han sugerido vendrán a salvarnos (o no) en el futuro, pero no sacarán a
Las Monarquías de Dios del atasco comercial en que se encuentra. ¿Y qué es lo que ya tenemos? Uno: una serie de calidad más que buena, que para mayor interés viene firmada por un autor de creciente fama (su nueva trilogía, iniciada con
The Ten Thousand y
Corvus, parece estar llegando a más lectores y más deprisa de lo que lo hizo
Las Monarquías...). Dos: unos cientos de lectores españoles que, a tenor de las reseñas y comentarios en la red, han sabido apreciar esta calidad en los dos primeros volúmenes (
El viaje de Hawkwood y
Los reyes heréticos) y esperan las siguientes entregas. Tres: un sello editorial que tiene fama de cuidar lo que publica y cómo lo publica (y me gustaría pensar que es una fama merecida). Y cuatro: un editor que está deseando editar la tercera entrega (
Las guerras de hierro) de tal forma que sea factible publicar luego la cuarta y la quinta (
El segundo imperio y
Naves del oeste), y que lo hará si tan sólo se consigue evitar incurrir en pérdidas colosales.
Empecemos por el último elemento: por mi parte, estoy dispuesto a trabajar gratis para sacar estos libros. Esto se traduce en que mi trabajo no entrará en las cuentas de gastos, y que no se tendrá en consideración para estimar si merece la pena editar cada título. Con que se cubran los gastos que implican pagos a colaboradores externos, me valdrá.
En cuanto los demás activos, el más importante es la masa de lectores que ya conoce la serie y desea continuar leyéndola (y que confía tanto en su calidad intrínseca como en el buen hacer de la editorial para publicarla en las mejores condiciones). Y creo que la fórmula más apta para que su interés se traduzca en la publicación de los próximos libros es la venta directa o suscripción, que además ha sido la sugerencia más repetida.
Efectivamente, si un número suficiente de lectores adquiere estos libros directamente a la editorial, se podría generar una bolsa que cubriría los gastos en una medida tal que permitiría arriesgarse a publicarlos. En esencia, no sería un mecanismo muy diferente a las
suscripciones de Bibliópolis, con dos importantes diferencias: una, en el presente caso los lectores ya han probado la serie y saben seguro que quieren más entregas (mientras que las suscripciones tenían un elemento de elección a ciegas); y dos, las suscripciones eran una forma barata de adquirir anticipadamente títulos que luego se encontraban de todas formas en el mercado, mientras que la actual propuesta es fundamental para que los libros de los que hablamos lleguen a existir.
Si estamos de acuerdo en que la venta directa es la vía más sensata, ¿qué formula debe adoptar? Se ha propuesto, por ejemplo, que se cobren los tres títulos que faltan de la serie conjuntamente, lo que desde luego tendría dos ventajas importantes: por un lado, permitiría averiguar de un plumazo si se puede concluir la publicación de la serie entera; y por otro, siendo así, se podrían publicar los libros restantes tan rápido como se traduzcan. Si una oferta como ésta tuviera éxito, estimo que
Las Monarquías de Dios podría estar completa en castellano antes del final de este mismo año.
Un detalle importante es que la venta directa no debería excluir que unos cientos de ejemplares se distribuyan normalmente, por varias razones: en primer lugar, para no perjudicar a los libreros que (como el que realizó un interesante comentario) han acogido y disfrutado de la serie, y que desean seguir ofreciéndola a sus clientes; en segundo lugar, porque es más que posible que algunos lectores no lleguen a enterarse de la oferta de venta directa y no encuentren los siguientes libros si no es en sus librerías habituales; y en tercer lugar, porque parte de la financiación de estas ediciones debe venir de las vías normales de distribución, o seguramente no nos saldrán las cuentas.
Pero si los lectores que confíen en nosotros y compren los libros directamente ven que luego los ejemplares se encuentran en las librerías, ¿qué ventaja obtienen de haber hecho el esfuerzo adicional de haber adelantado el pago? Además de la satisfacción de haber contribuido a la publicación de una gran serie en España, por supuesto. Es muy importante que estos lectores dispongan de incentivos, que al mismo tiempo serán nuestra forma de agradecerles su confianza y su apuesta por nosotros. Una posible forma es dedicarles un espacio en los propios libros: que, a partir de
Las guerras de hierro, se incluyan en cada ejemplar los nombres de los lectores sin los cuales los libros no hubieran podido publicarse. Otra es sortear entre todos los compradores directos varios juegos de ejemplares de la serie firmados por Paul Kearney, con su agradecimiento personal. Se nos ocurrirán más ideas, pero aquí vuestras sugerencias serán especialmente agradecidas.
Resumiendo: adoptaremos con mucho gusto la idea que nos habéis dado de financiar la publicación de
Las guerras de hierro y los otros dos títulos de
Las Monarquías de Dios con la compra directa por parte de los lectores que deseen apoyar la edición de esta serie (¡y ojalá que sean muchos!). Las preguntas son: ¿parece mejor ofrecer la compra de un solo título, o es más práctico (y atractivo) ofrecer la suscripción a los tres libros restantes? Y, ¿qué incentivos se os ocurren para los lectores que apoyen la iniciativa? Sinceramente, si esto sale adelante, se merecerán todo lo que podamos devolverles como agradecimiento. Por último, ¿cómo difundir esta oferta de forma que ningún lector interesado se quede sin conocerla y pueda decidir si quiere aprovecharla? En todas estas cuestiones, estoy abierto a vuestras propuestas.
En la próxima entrada que dedique a este proyecto recopilaré las nuevas ideas que se aporten y, con ellas en la mano, fijaremos nuestra oferta, haremos números y os daré las cifras que será necesario alcanzar para que este esfuerzo colectivo llegue a buen puerto.
Entre tanto, y en absoluta primicia, os ofrezco los textos de cubierta previstos para
Las guerras de hierro:
"Las Monarquías de Dios es simplemente la mejor serie de fantasía que he leído en muchos, muchos años."
Steven Erikson
Su nombre es Corfe, único superviviente de la guarnición de Aekir, arrasada por los invasores merduk. Su vergüenza es haber sobrevivido cuando sus compañeros murieron, pero ahora tiene la oportunidad de enderezar su destino.
Tras destacar en la defensa del dique de Ormann, último baluarte del reino de Torunna, Corfe es destinado a la capital, un nido de intrigas donde el recién llegado, que comienza a estar rodeado de una aureola de heroísmo, es recibido con envidia.
El apoyo de la reina madre asegura a Corfe un mando, pero el resentimiento del rey lo reduce a un puñado de salvajes convictos sin pertrechos ni monturas. Sin embargo, Corfe convierte a sus reos montañeses en una fuerza temible y prueba su valía. Ahora deberá enfrentarse al poderoso enemigo merduk, detenido pero no derrotado, dispuesto a jugarse el todo por el todo y culminar su conquista de Occidente.
Mientras, en el extremo opuesto de Normannia, el rey Abeleyn de Hebrion ha recuperado el trono, pero yace víctima de sus heridas. Los rumores lo dan ya por muerto, y la frágil paz obtenida a un alto precio amenaza con quebrarse.
Y al otro lado del océano, en el Nuevo Mundo, una fuerza antigua se estremece, aúlla su furia y aguarda su momento para revelarse.
"Las Monarquías de Dios es Canción de Hielo y Fuego con pólvora, menos puntos de vista y un ritmo mucho más rápido."
Foro de westeros.org
"Uno de los mejores mundos de fantasía jamás creados... De duro y robusto realismo... Kearney retrata la sangre, el sexo y la sed de poder con colores vívidos."
SFX
"Una saga impresionante por su percepción humanística, su inusual sistema de magia y su espléndida mezcla de elementos históricos y puramente ficticios."
Locus