Se ha publicado recientemente en Via News la siguiente reseña de La era de Drácula de Kim Newman:
La era de Drácula
Me interesa particularmente que el reseñador destaque la "credibilidad" y "autenticidad"... ¡de una novela fantástica! No hace falta explicar que el mejor fantástico se basa en la mayor verosimilitud posible (ésa es la especialidad, de hecho, de la llamada "ciencia-ficción", y por eso tan a menudo nos parece que tienen aire de ciencia-ficción narraciones no relacionadas con la ciencia, la tecnología, el futuro o la respuesta humana a los cambios tecnológicos; pero esto es tema para otra ocasión).
En el caso de la novela de Newman, esta plausibilidad se basa, creo yo, en dos puntos fuertes del autor. En primer lugar, la familiaridad de Newman con el periodo histórico en que se sitúa su narración, no sólo en un sentido general, sino concretamente con los movimientos revolucionarios y de reforma social de todo tipo que sacudieron con frecuencia la placidez que atribuimos (ya se ve que erroneamente) a la Inglaterra victoriana: no se me ocurre un sustrato mejor para describir los sobresaltos, conflictos y resistencias que produce la vampirización paulatina de una sociedad entera.
En segundo lugar, La era de Drácula es verosímil por la lograda sensación de depravación y siniestra decadencia que acompaña a esta vampirización: me parece un logro singular que, tratándose de una sátira de trazo tan grueso (en esta realidad alternativa, las clases altas literalmente chupan la sangre de las clases bajas...), sus elementos alegóricos no eclipsen la sensación de realidad palpable y horror creciente. Es, en otras palabras, el más infrecuente de los logros literarios: una sátira cuyo valor narrativo no se ve ahogado por su intencionalidad.
Merece la pena dedicar unas palabras al título de nuestra edición. Con alguna frecuencia he optado por un título diferente al reeditar una obra: Marciano, vete a casa (ugh) se convirtió en Marcianos Go Home! (que no es necesariamente una mejora, lo reconozco, pero al menos supone un honrado aunque fallido intento de eludir la tradición feísta de los títulos de género); Donde solían cantar los dulces pájaros (santa madre de Dios) se convirtió en La estación del crepúsculo (que sí que me parece un título estéticamente superior, amén de una lograda huida de la antedicha tradición); y En la arena estelar se convirtió en Polvo de estrellas (es interesante que éste es el único cambio que no ha suscitado el menor comentario: ¿sérá que Asimov ya no es considerado parte de la tradición cuyas esencias deben preservarse? Hmm). En otros casos, he mantenido el título tradicional español, aunque supusiese una variación sobre el original, porque me parecía digno y sonoro: así fue con Bóvedas de acero o Tú, el inmortal.
Pero en La era de Drácula el cambio respecto a El año de Drácula (que es como se conoció la novela de Kim Newman en su primera edición en España) vino sugerido por el traductor Jaume de Marcos Andreu (el mismo de la edición anterior), que me comunicó que aquel título no había sido idea suya. Efectivamente, Anno Dracula, el título original, es un juego de palabras con la expresión latina de uso corriente en inglés "Anno Domini" (reducida a "A.D." tras los años, es el equivalente a nuestro "d.C.", o sea, "después de Cristo"). En este sentido, "Anno Domini", que significa literalmente "año del Señor", se traduce más apropiadamente por "de la era cristiana" (o algo similar). Y correlativamente, Jaume de Marcos propuso como título En la era de Drácula (puede observarse la supervivencia de esta propuesta en las primeras páginas del posfacio del autor en la edición de Timun Mas), y al contratar el nuevo uso de su traducción, me recordó este posible título.
Dos razones me convencieron para utilizarlo, levemente modificado: la primera, que de la lectura de la novela no se desprende que el periodo de tiempo de un año, destacado en el anterior título, tenga ninguna relevacia para la trama; y la segunda, que la narración de Newman describe minuciosamente la transformación de la llamada "era victoriana" en otra era... Sí, la era de Drácula. ¿A que da escalofríos sólo pronunciarlo en voz alta?
viernes, 21 de mayo de 2010
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