jueves, 23 de septiembre de 2010

Vida y muerte de las suscripciones

Anónimo preguntó:

¿Habéis pensando alguna vez implantar en la edición de libros un sistema de preorder como el que tiene GMT Games?

Desconozco el sistema que mencionas, pero entre 2002 y 2007 ofrecí a los lectores suscripciones a Bibliópolis Fantástica (con algunas ofertas especiales para otras colecciones de Bibliópolis).

En abstracto, la idea suena muy bien: como una de las excepciones al precio fijo de los libros en España es la suscripción en fase de prepublicación, las suscripciones permiten descuentos mayores que los que es posible ofrecer tras la edición del libro (un máximo del 10%). Como contrapartida, los lectores deben pagar por adelantado, y la oferta consiste en paquetes o tandas de títulos fijos: las suscripciones no permiten adquirir exactamente los libros que uno quiera y sólo ésos, ni tampoco comprar títulos ya publicados. Con todo, si el editor ordena una cierta oferta de libros dentro de una colección, es precisamente para invitar a los lectores a adquirir todos o casi todos los títulos, por lo que ofrecer tandas es consistente con la idea de colección; y además las suscripciones pueden flexibilizarse: en los últimos años permití, por ejemplo, que se adquiriesen anticipadamente cuatro títulos a elegir entre una lista de ocho (lo que presuponía el interés de los lectores por al menos uno de cada dos títulos: nada exagerado, creo).

El resultado fue limitado: el máximo de suscriptores que se alcanzó fue de algo más de cincuenta (por debajo de lo que esperaba, y desde luego por debajo de lo que sería necesario para que las suscripciones fueran un canal de venta alternativo realmente suficiente; aunque el efecto financiero de una cincuentena de suscriptores renovando a la vez tampoco era despreciable); pero sobre todo, la base de suscriptores se fue erosionando con el tiempo: mientras que no todos los suscriptores renovaban, pocos nuevos lectores aprovechaban esta oferta. ¿Por qué?

Sin duda podría haber ofrecido un mejor servicio: a menudo los libros aparecían en las librerías antes de que los suscriptores los recibieran; y el prolongado retraso en la salida de títulos como El corcel de Carol Emshwiller o Los viajes de Joenes de Robert Sheckley (ambos felizmente publicados hoy) no hizo ningún bien a la confianza de los sufridos suscriptores. Pero, admitiendo estos fallos, mi hipótesis es que mis suscripciones fueron víctimas de un fenómeno más amplio: frente a las expectativas de quienes creían que internet favorecería la venta directa, los lectores fueron dejando de preferir la compra planeada y se volcaron en la compra por impulso (que se produce fundamentalmente en las librerías). En lo anterior también influyó el deterioro progresivo del mercado que tuvo lugar a lo largo de la pasada década, por supuesto; pero las suscripciones, que tendrían que haber sido una defensa contra este deterioro, se convirtieron, en su decadencia, en un síntoma de la nueva situación.

En resumen: ofrecí mis libros más baratos a los lectores más interesados y comprometidos (y las suscripciones incluían incluso libros extra, y gratis), y mantuve esa oferta durante el tiempo suficiente (cinco años) para ver cómo evolucionaba la respuesta del público. La conclusión fue que las prácticas de compra de los lectores se alejaban progresivamente del modelo de suscripción, y en consecuencia dejé de ofrecerlo.

6 comentarios:

  1. El sistema de GMT tiene un factor adicional de interés: no se hace impresión del juego hasta que no existe un número mínimo de personas que se "suscriben" a él, con lo que les sirve para ver la viabilidad del proyecto.
    Quienes se anotan para recibir el libro tienen, necesariamente, que dar una tarjeta de crédito válida. Ahora bien, se les da una oportunidad antes del envío para echarse atrás. No deben hacerlo muchos a última hora, por cuanto siguen con el sistema desde hace años.
    La verdad es que podría ser útil para testear la publicación de ciertos libros poco comerciales. Si hay 500 compradores... entonces vale la pena poner la imprenta en marcha.

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  2. No sabía de tu modelo de suscripción, pero en verdad que saldrá conveniente sólo para un muy limitado grupo de personas, los acérrimos a la casa... si fuera posible reservar títulos nuevos antes de publicación en forma individual, sería una genial opción.


    de paso, pérmiteme una consulta: ¿Conoces los motivos/problemas de que no se haya reeditado en más de 20 años la novela Ora:cle, de Kevin O'Donnell Jr.? ¿Alguna mínima opción de verse en bibliópolis?

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  3. Pero el caso de un libro es totalmente diferente al de un juego: tienes que disponer de los derechos de autor. No hay via legal para "reservar" los derechos a la espera de que haya interes en un autor extranjero y dificilmente se le puede pedir a un autor nacional que aparque el manuscrito a la espera de sondear el mercado. Las editoriales tienen para eso lectores de confianza para que emitan opiniones. A riesgo de equivocarse pero esa es otra historia.

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  4. Yo creo que no faltarían autores a los que no les importara aguardar tres meses a la espera de ver si hay suficientes reservas, antes que enviar a editoriales de menor rango...

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  5. Como uno de esos 50 Inmortales que eran suscriptores, creo que el mayor problema de la suscripción era el número de títulos. ¿Muy pocos? No, al contrario, demasiados. El suscriptor se encontraba (yo me encontraba) comprando demasiados libros. Miro mi biblioteca, que tiene un tamaño respetable, y la editorial con más presencia es de largo Bibliópolis; con muchos títulos sin leer, por cierto, porque sencillamente no daba abasto: hay que tener en cuenta que cuando uno se vuelve un psicópata de los libros tal como para suscribirse compras más libros de las editoriales.
    En mi caso, no influyó en absoluto no disponer de los libros antes que las librerías -raramente compro un libro el día que sale a la venta, no tengo tanta prisa-, ni la tardanza de El corcel -quizá porque no estaba ansioso de que apareciera-. No renovar la suscripción fue una decisión financiera y de espacio de estantería, influenciada también porque aun compartiendo el gusto literario del editor es difícil que te interesen toooodos los libros que edita. Incluso cuatro de cada ocho me parece una cantidad elevada (¿cuántos libros de Anagrama estamos dispuestos a comprar? ¿1 de cada 10?).

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  6. Yo fui también subscriptor, y mientras lo fui estuve razonablemente contento con la oferta (realmente se ahorraba dinero) y con la calidad ofertada.

    Creo que el problema es que no es un formato de venta que cale en el lector habitual. El lector medio no suele ser fiel a las editoriales (o esa es mi impresión) y aunque por esa época Bibliópolis era casi una garantía de calidad para ciertos lectores, al grueso del público no le bastaba esto para variar sus hábitos de compra.

    Yo dejé de suscribirme en la última época porque incluía menos títulos para elegir. Entiendo que durante el breve boom literario fantástico publicabas en cada tanda de suscripción ocho títulos, lo que te permitía elegir 4, que es un número razonable. Cuando el mercado no permitía absorber tantos títulos y tenías que comprar los 4 que ofrecías ya empezaba a interesar menos, pues muchas veces iban uno o dos libros que no creías que fueras a leer.

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