viernes, 5 de noviembre de 2010

Reseña de Las fuentes del paraíso, de Arthur C. Clarke

Ha aparecido en Fantasymundo la siguiente reseña de Las fuentes del paraíso de Arthur C. Clarke:

Las fuentes del paraíso

Cuando la pasada primavera recuperé este clásico de Clarke, ganador de los premios Hugo y Nebula, con una nueva traducción de Carlos Gardini, lo hice movido por la extrañeza de que llevase descatalogado más de veinte años (la anterior edición de la que tengo constancia es de 1989). Por alguna razón, es una novela que no goza de buena fama entre los aficionados, y yo mismo no la leí hasta que, movido por la curiosidad, me dispuse a averiguar dónde estaba el problema.

Imaginaos mi sorpresa cuando vi que no había problema: Las fuentes del paraíso es, sencillamente, una de las mejores novelas de Clarke. A veces pasa que los aficionados le cogen manía a una obra, y se difunde una opinión que no tiene mucho que ver con su contenido; esto es una consecuencia indeseable de la forma en que se transmite la información en el fandom: los aficionados buscan etiquetar rápidamente cada título, leído o no, para mapear un territorio lo más extenso posible del género y construir así una visión aproximada del conjunto que permita enjuiciar las nuevas aportaciones. Por el camino, no sólo se pierden matices, sino que en ocasiones se forjan erudiciones que tienen poco que ver con la lectura y mucho con la recopilación de datos. Lo sé bien, porque yo peco de ello: todavía hoy me sorprendo en algún prejuicio muy arraigado hacia algún autor u obra, y cuando lo examino, me doy cuenta de que no proviene de mi experiencia personal, sino de la formación del acervo sobre el género por acreción de opiniones.

En cuanto a Las fuentes del paraíso, cuando por fin emprendí su lectura me di cuenta de que era una obra admirable. Es relativamente corta y, al contrario que en otras novelas de Clarke manifiestamente menores (pienso en El martillo de Dios, por ejemplo), no hay ni rastro del añadido de materiales sólo indirectamente relacionados con la trama tan habitual en cierta época del autor. En Las fuentes del paraíso no sobra nada; todos los elementos están al servicio de la narración de la construcción del ascensor espacial, entendida en un triple sentido: como un acto de ingeniería plausible, como una hazaña heroica de una personalidad de ambición imparable, y como la puerta de la humanidad a las estrellas.

En contra de esta apreciación, se ha señalado alguna vez que la aparición en la novela de una sonda extraterrestre constituye un elemento ajeno a la narración principal, que consiste en la superación de los obstáculos de todo tipo que surgen al erigir el ascensor. Quienes han opinado así no se han percatado de que el ascensor es también un puente, y para que un puente tenga sentido, debe haber algo al otro lado, un objetivo que alcanzar: la sonda alienígena, que demuestra la existencia de inteligencia extraterrestre, aporta ese otro lado del puente, ese objetivo alcanzable a través del ascensor. Clarke remacha este argumento en el epílogo de la novela, quizá de forma innecesariamente obvia; pero, ¿quién puede culparle por temer que los lectores no pillasen su argumento, como así ha sido? De la misma forma, la preciosa historia cuasimitológica del rey Kalidasa y las fuentes del paraíso que dan título a la novela (basada en la tradición de Sri Lanka) podría entenderse, equivocadamente, como un añadido superfluo, cuando constituye nada menos que el cimiento de este lado del puente: la humanidad siempre ha querido alcanzar las estrellas, dice Clarke, por los medios a su alcance en cada momento; la epopeya del ingeniero Morgan sólo es la plasmación moderna y realizable de este viejo deseo.

Así es cómo, a través del puente que es el ascensor espacial, las aspiraciones humanas que han forjado la historia sobre este planeta encuentran su realización en el contacto con otras inteligencias y la salida de la humanidad al espacio. Una imagen grandiosa, una estructura novelesca perfecta de enormes resonancias, y todo ello en un texto compacto que va directamente al grano: con toda justicia, una obra maestra.

2 comentarios:

  1. Buen comentario, claro y convincente. La novela, por demas, es una obra maestra.

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  2. Hola. Compre la novela hoy por la tarde en una librería de usados, la edicion de 1988
    Ultramar editores. Gracias por la critica del libro, hace que comience el libro con gran expectativa. Saludos./'

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